Hoy me volví andando a casa, no por miedo a la bici, sino porque ya se sabe que las 2 de la tarde es una hora a la que todo el mundo quiere volver a su casa, preferentemente en Sevici, lo que significa que serán muchos los que se queden con las ganas pinchadas, pero no importa, no era de eso de lo que quería hablar.Sí de que viniendo por esos caminos de Ciudad Jardín iba pensando y pensando, y de pronto tuve un flash en el que todo encajaba: esto es lo que vas a hacer con tu futuro más próximo. Y me quedé un poco sin respiración, la verdad, una cosa así no pasa todos los días.
Ahora, más descansada y para llenar el tiempo vacío que me ha dejado la clase que no he dado, bicheo y bicheo, y cada cosa que me emociona resulta que ya ha pasado, o tiene como plazo límite mañana.
La culpa de todo la tiene la loca, tanto decir FIRFIRFIRFIRFIR que ha terminado condicionándome. Y como soy como soy, ahora parece que si no hago el FIR no hay nada en este mundo que merezca la pena hacer.
Pero lo cierto es que hay un millón de cosas que merece la pena hacer antes de darles mi alma a los buitres de FarmaFir (además de una considerable suma de euros) para ser una de esas 400 personas que preparan el examen con ciertas garantías (deberían eliminar las ayudantes virtuales de su página web, no son nada atrayentes).
¿Y por qué cuento mi vida aquí si a nadie le importa? Pues porque en el mundo real tengo hasta el culo a todo el mundo con mis dudas existenciales. Le cuento mi vida aparte de a familiares y amigos (reales, telefónicos y virtuales), a todos y cada uno de los niños a los que doy clase, y me reprimo para no contársela a las viejecitas de la farmacia (¿no aguanto yo sus historias con las pastillas? ¿¿¿por qué no me pueden escuchar a mí???).
[La foto la hice el otro día en la sala Guadalquivir, y me hizo gracia porque David Eloy Rodríguez fue quien dio título a este blog hace ya algún tiempo...]
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De fondo: Los Piratas - Años 90
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