19.5.14

I wish I could turn these days to weeks...


Hoy la despedida se hizo un poco más dura de lo habitual, porque faltaba el efecto amortiguador del tren que divide todo en etapas. Normalmente van primero los abrazos, luego el camino a la estación, la primera parte del viaje, aeropuerto, espera. A la hora de dejar el suelo patrio ya lo único que quiere uno es llegar al otro lado.

Cuando los abrazos se trasladan a metros de la puerta giratoria que te lleva lejos, llega una (que es muy sentimental) al control de pasaportes todavía pañuelo en mano. Lo pasas, y cuando te subes al avión y te das cuenta de que eres la única que habla español, se te quitan las ganas de todo, y pones cara larga al pobre señor que se te sienta al lado, sin culpa de nada y deseoso de contarte sus hazañas jugando al golf (pero que no señor, lo siento pero no).

Déjeme que necesito pasarme estas tres horas navegando por las últimas dos semanas para poder fijar las sonrisas en mi mente. Déjeme que para mí es vital saborear las veces que puedo reirme del clásico “momento justo, lugar equivocado” del que normalmente hago gala. Porque de ahí van a salir el valor y las ganas para lo que viene ahora.

Why not?


(Title from The porch song by The Meemics)