Solía decir la Crazy Girl cuando ya había leído 5 veces la misma frase y no se había enterado de nada. Se ponía manos a la obra y dejaba la mesa impecablemente ordenada.
Si yo siguiera sus consejos en mi vida diaria, mi mesa no sería un mar de recetas, y hoy no habría pasado el día entero sumando, restando, y haciendo raíces cuadradas intentando averiguar dónde coño habían ido a parar las 6 recetas que me faltaban para que cuadraran las cuentas.
Finalmente, tras mucha desesperación, me eché hacia atrás en la silla, y me quedé mirando el lugar de trabajo concentrada: tienen que estar ahí en alguna parte. BINGO. Como una iluminación divina apareció en mi mente el cajón rebosante de recetas pendientes de facturar que curiosamente nunca se había llegado a desbordar (eso pensaba yo). Saco el cajón, y efectivamente, 1, 2, 3, 4, 5 y 6 putas recetas de Muface. Sé que a nadie le interesa esta mierda, pero es que he pasado un día de locos, y quiero hacer propósito de enmienda y a partir de mañana llevar las cosas al día (aunque con toda esta historia ya llevo retrasadas las de ayer y las de hoy).
De todas formas, lo más importante del día es que ha venido Rappel a la farmacia. No os puedo decir qué ha comprado porque estaba ocupada en no mearme de risa delante de la señora a la que estaba atendiendo, pero llevaba anillos y bolso, y el pelo para atrás con su clásica coleta, qué grande. Seguro que fue su aura la que me ayudó a intuir dónde se escondían las recetas.