Un día, contra todo pronóstico, te das cuenta de que eres la excepción.
Y como eres como eres, simplemente te preguntas cuánto tiempo pasará antes de que la regla se imponga.
9.12.11
The world as I know it
Y en eso ando, exactamente seis meses después, explorando la vida al otro lado de los agujeros negros.
Cierto es que la fuerza de gravedad es muy suya, y tira. Tira muchísimo.
Pero yo voy a resistir todo lo que pueda, porque aquí en el espacio exterior no se nota tanto, así que os cuento.
Hace algo más de dos meses, después de pasar medio verano en mi otro hogar, me vine a vivir a la isla. Tan grande que no te das cuenta de que estás en una isla, verdaderamente, aunque veo el mar todos todos los días. Al principio era bonito, ahora es simplemente algo que está ahí, cada vez más gris.
La vida es muy distinta, pero me gusta. Los cambios siempre son buenos, y sobre todo a mi cabeza le vienen bien para seguir rodando sin perder el equilibrio.
Los primeros días no fueron tan fáciles como pensaba, pero tampoco duros. Simplemente no me esperaba la incapacidad para comunicarme, era una sensación que nunca había experimentado antes (ni siquiera cuando llegué por primera vez al otro hogar) . Cada noche me iba a la cama deseando despertarme a la mañana siguiente con el superpoder, los oídos nuevos, el cerebro renovado. Luego, no sé todavía cómo, pasó. De hecho, todavía está pasando, cada día pasa.
Tras eso, vino el coche. Otra cosa nueva, esta vez más mecánica, y con la certeza de que iría bien en muy poco. Pero saber que las cosas van a ir bien a mi cerebro le da igual. Mi cerebro siempre piensa lo peor, pero en la justa medida para no sugestionarme demasiado, de forma que al final, contra todo pronóstico y efecto placebo, las cosas que están bajo mi control directo, van bien.
Así que parece que ya solo me queda el último paso, que es salir sola al mundo, a ejercer. Siento una tranquilidad que achaco a la inconsciencia, básicamente. Imagino que pasará otro mes antes de entrar en la rutina en la que ya nada me preocupe fuera de las horas de trabajo, entonces el señor cerebro volverá a dejar de rodar y se quedará atascado en la misma canción de siempre, que cada vez suena más desafinada.
Buenas noches, y buena suerte.
Cierto es que la fuerza de gravedad es muy suya, y tira. Tira muchísimo.
Pero yo voy a resistir todo lo que pueda, porque aquí en el espacio exterior no se nota tanto, así que os cuento.
Hace algo más de dos meses, después de pasar medio verano en mi otro hogar, me vine a vivir a la isla. Tan grande que no te das cuenta de que estás en una isla, verdaderamente, aunque veo el mar todos todos los días. Al principio era bonito, ahora es simplemente algo que está ahí, cada vez más gris.
La vida es muy distinta, pero me gusta. Los cambios siempre son buenos, y sobre todo a mi cabeza le vienen bien para seguir rodando sin perder el equilibrio.
Los primeros días no fueron tan fáciles como pensaba, pero tampoco duros. Simplemente no me esperaba la incapacidad para comunicarme, era una sensación que nunca había experimentado antes (ni siquiera cuando llegué por primera vez al otro hogar) . Cada noche me iba a la cama deseando despertarme a la mañana siguiente con el superpoder, los oídos nuevos, el cerebro renovado. Luego, no sé todavía cómo, pasó. De hecho, todavía está pasando, cada día pasa.
Tras eso, vino el coche. Otra cosa nueva, esta vez más mecánica, y con la certeza de que iría bien en muy poco. Pero saber que las cosas van a ir bien a mi cerebro le da igual. Mi cerebro siempre piensa lo peor, pero en la justa medida para no sugestionarme demasiado, de forma que al final, contra todo pronóstico y efecto placebo, las cosas que están bajo mi control directo, van bien.
Así que parece que ya solo me queda el último paso, que es salir sola al mundo, a ejercer. Siento una tranquilidad que achaco a la inconsciencia, básicamente. Imagino que pasará otro mes antes de entrar en la rutina en la que ya nada me preocupe fuera de las horas de trabajo, entonces el señor cerebro volverá a dejar de rodar y se quedará atascado en la misma canción de siempre, que cada vez suena más desafinada.
Buenas noches, y buena suerte.
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