Después de una larga llamada telefónica (otra) llego a la conclusión que no me queda más que desactivar el macro. No puedo alejarme para alcanzar la perspectiva deseada, así que me quedaré aquí al lado, pero acostumbrándome a verlo todo borroso, como es en realidad. Porque por mucho que yo me empeñe en enfocarte, tú no te dejas.
La foto se podría llamar
Sevilla, 22 de agosto, 11 de la mañana, café y tostadas
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