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Así con todo, desde ayer. Tengo cierta capacidad para volver raros a los niños que se acercan a mí. O tal vez es que solo se me acercan niños raros... El caso es que ya solo me quedan un par de días, y aunque estaba empezando a acostumbrarme al ritmo de vida y a reeducar a mi primo en las maravillas de lo insólito, voy a agradecer que llegue el fin, porque tengo demasiado sueño, y demasiado que estudiar para pasarme los días como me los paso, sumida en una extraña niebla desde la que no distingo muy bien si estoy despierta o no. Que sepáis que amanece a las 7 de la mañana.
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