El lunes, después de muchas vueltas absurdas de un mostrador a otro, y de quedar como una capulla mayúscula ante una fotocopiadora demoníaca que sacaba las copias por una bandeja central en vez de por los lados como toda la vida de dios se ha hecho... entregué los papeles para la beca de apoyo. Crucé los dedos y salí del pabellón de Brasil.
Y hacía taaaanto sol... que decidí darme un paseo.
Me puse música, y eché a andar por el Porvenir, en lo que yo pensaba que era la dirección correcta hacia mi casa (porque para llegar hasta allí di un rodeo muy muy grande que no me apetecía repetir).
Pasé por un kiosko, y compré un chupachups de cereza relleno de chicle, porque es que soy taaaaan poppie.
¡¡Qué bonito era todo!!
Un barrio limpio y cuidado, seguramente gracias a esos stencils que llenaban las fachadas y ponían "Recoge la kk de tu perro". Caca, I love that word (pensé).
Seguí caminando, tarareando, hasta que de pronto llegué a una calle donde no daba el sol. Entonces me paré, y miré a mi alrededor. ¿Adivináis lo que pasó? Seguramente habréis acertado, sagaces lectores: no tenía ni puta idea de dónde estaba.
Pasé por un MAS que me dio la sensación de haber visto antes, y dado que había caminado siempre en línea recta, tuve miedo de que la ciudad se hubiera movido en el espacio/tiempo y estuviera condenada a repetir el mismo paseo una y otra vez hasta que encontrara una forma de salir de bucle maligno.
PERO... NO. Contra todo pronóstico, al contrario de lo que todos estábais pensando, personas de poca fe, ¡no! No me había perdido, no había caminado en círculos sin darme cuenta y no, no me había movido en el espacio tiempo. Es decir, esto sí, pero en la dirección correcta.
¿Significa eso que tanto mirar el google maps ha tenido algún efecto en mis neuronas y por fin soy capaz de orientarme en la ciudad?
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