¿Te imaginas? Llevarnos a los pequeños, irnos lejos, muy muy lejos, donde nadie pueda encontrarnos, encontrarlos. Un sitio donde puedan ser felices, un sitio en el que yo no tenga que preguntarme qué va a ser de ellos, qué va ser de nosotros. Un lugar donde quererlos no implique culpabilidad, ni dolor, ni pena. Un rincón escondido lejos de ella, para que no pueda rodearlos ni hacerte daño nunca más. Ojalá fuera de otra manera y pudiera gritarle y refregarle su mierda en lugar de dejar que la esparza sobre los demás. Esto nunca se va a acabar, nunca, nunca. Y la desprecio por ello, y ella me odia porque lo sé todo, y porque es una niña de 15 años y si tú no me quieres yo a ti tampoco.
Me desahogué con los padres de anaís, y por suerte ellos comparten mi frustración aunque no pueden llegar a entenderme. "Tú no tienes la culpa de nada" es lo más fácil de decir, y nadie dice que no sea verdad. Pero quererle implica esa culpa, esta tristeza. Fue él quien eligió por todos, yo no me quedé fuera por mucho que todos digan. Mi abuelo decía que a veces las cosas se tienen que poner muy muy mal para que se pongan bien. Creía mucho en dios, o algo parecido, igual que él. Yo sigo esperando.
Estúpida. Me maravilla la desfachatez que tienes diciendo que lo quieres. En serio. Me pregunto quién te enseñó a querer de esa manera tan particular.
De fondo: Thomas Newman - Whisper of a thrill
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