...me dijo mientras seguía el camino de baldosas amarillas.
Después de tantas vueltas, de tantas subidas y bajadas, acabamos igual que siempre, los mismos de siempre, andando por las calles de siempre, con los mismos silencios de siempre.
Yo marqué rápido el número amigo, y apenas dije nada, porque para qué.
La mañana repleta de tensiones, de silencios, de reproches, de nervios, de mis pies que bailan bajo la mesa, de abrazarla triste porque todos piensan que no se entera de nada y sufre doblemente. Después salimos al sol, y andamos por las calles desiertas con los temas aprendidos en sus labios y en mis oídos. Acabamos leyéndonos los posos del café, antes de tomar caminos con baldosas de colores diferentes. Solo espero que acaben en el mismo sitio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario