A las 9 subirlas, a las 10 bajarlas. A las 11 volver a subir, a las 12 volver a bajar... pero merece la pena, aunque sea solo por empezar una clase de bioquímica con un abrazo, o volver a ver a la gente, o pasar horas en diversas cafeterías, o hacer un recorrido kilométrico de autobus para charlar con ella, o dar una clase con úbeda y al mirar por la ventana descubrir que aún no es de noche a pesar de ser casi las 7, o volver a casa escuchando música de piano... Al final la vuelta al cole resultó no ser tan traumática :) (joder, tengo que empezar a estudiar un día de estos...:S xD)
De fondo: Gustavo Santaolalla - Memorias
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