Está anocheciendo. Oigo la lluvia de fondo a Eternal, de Evanescence.
Tengo encima de la cama la caja de las cartas. Necesito encontrar una de ellas. No puede ser que se haya perdido. Era la última carta que me escribió. De cuando yo, aunque tal vez un poco inconscientemente, hice lo que había que hacer para arrglar las cosas.
La casa es vieja, tiene generación
y generación sobre ella,
es vieja,
pero es tan bella.
Hay que arreglar, las paredes,
las escaleras, las ventanas, las azoteas,
porque Rasa,
la casa es vieja,
pero está unida,
arquitectónicamente, amorosamente,
y esa unión es la que hace que no se muera.
Así
es la amistad
nuestra,
vieja por un lado, nueva por otro,
aguanta temporal, y tranquilidad,
comprensión y cariño,
sembrados
hace
tiempo,
y que, no se deben olvidar.
Segonde
Cuanto tiempo sin que alguien me llamara Rasa... Hacía mucho que no acudía a estas hojas azules. Tal vez eran estas las que recogí de entre la destrucción...o tal vez fueron otras, las que te mandé para, aún sin decirlo, pedirte que regresaras. Pienso en el viaje a Madrid y pienso en cuando no había estado nunca, cuando tú me contabas, la Cibeles, el metro, aquella foto con los leones, tu prima, dibujos, poesías. Ya he olvidado qué fue lo que escribió mi padre para que llevaras siempre contigo, pero no importa, porque sé que no lo leíste...sé que estás en el anden de la estación esperándome, pero siento tanto vacío cuando la gente sube y baja del tren y tú no estás allí...
post sentimental...hoy tengo un día un tanto ambivalente...
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