Recogí todas las hojas que pude y las coloqué con cuidado en su lugar dentro del libro. Me quedé sentada en la escalera, dándole la espalda al sol. en la primera página habia un dibujo de unas manos entrelazadas. Y debajo esos caracteres japoneses. Hubo un tiempo en que supe lo que significaban, pero cuando me marché lo fuí olvidando poco a poco. Se perdió su sentido, junto con otras muchas cosas.
Ahora había vuelto, pero todo seguía sin tener explicación. No encontré ma´s que ruinas. Algunos cuadros en las paredes, papeles por el suelo, este libro en el umbral de la puerta, que es lo único que queda de la parte delantera, el umbral, el marco. Tenía la sensación de que al atravesarlo la visión de ruina se desvanecería para mostrarmelo todo tal y como era antes de irme. Para verte a ti pintando junto a la ventana de atrás. Pero entré y todo siguió tal como lo había visto desde fuera. No estabas tú, ni tu cuadro, ni siquiera la ventana. Recogí todas las hojas, y me senté. Fuí pasando páginas.
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