Me sentía como si llevase en mi interior una especie de interruptor que una vez accionado desencadenara lo peor de mí, y que se podía activar de varias maneras, existían diversos métodos para ponerme fuera de mis cabales: los gritos de cualquier tipo, las recriminaciones violentas o las frases desagradables repentinas o aparentemente inmotivadas, del tipo de las que usaba Caitlin cuando per´dia la paciencia. Entonces volvía a sentirme como cuando tenía ocho años, y empezaban las lágrimas. A las lágrimas sucedían los hipidos y los sollozos. Después llegaban los temblores. al cabo de diez minutos me había convertido en un patético guiñapo lacrimoso que apenas recordaba la razón de su llorera. [...] La autocompasión me inundaba el cerebro y bloqueaba sus conductos, la comunicación entre sus neuronas.
Lucía Etxebarría Beatriz y los cuerpos celestes
Este es mi fragmento. Y llevo media tarde un poco así...es que me pone muy sensible llevar los pies mojados. Al menos se me pasó un poco cuando iba por la calle y me puse a cantar aquello de
And I doooon't like to have the rain on my shoes, but I dooo
de LeAnn rimes (o como se escriba).
Me voy, que empieza ER.
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